9.14.2015

Se Puede: Demanda eléctrica alemana cubierta con energías renovables.


Finalizando agosto, Alemania cubrió la totalidad de su demanda eléctrica gracias a la generación de las energías renovables eólica y solar.

De acuerdo con la evaluación realizada por el foro “Juntos contra un almacenamiento provisional y por una política energética responsable”, las plantas fotovoltaicas estaban produciendo al mediodía más de 24 GW de energía solar.  


Alemania, líder en producción de energía eólica.

La energía eólica, además, aportó más de 18 GW. El consumo de electricidad en Alemania en ese momento era de unos  55 GW, según  publica Agorameter, que recoge  los datos de la electricidad del país.


“Obviamente no vamos a ser capaces de llegar otra vez en 2015 a la marca de 100% energía renovable para el 2015, pero en la primavera o el verano de 2016, con la adición de nuevos aerogeneradores de energía eólica, y la suma de un pequeño número de instalaciones fotovoltaicas, la meta del 100% es alcanzable. Un  hito histórico. Si aceleramos el desarrollo de nuevas plantas fotovoltaicas y mantenemos el ritmo de desarrollo de energía eólica, estos podría suceder antes”, destaca el foro.

Fuente: evwind.com

10.30.2014

"Legos" ecológicos

Genial idea, desarrollo productivo y puesta en práctica de la gente de Oryzatech, quienes desarrollaron estos ladrillos apilables y encastrables compactados y construídos en un 96% con materiales reciclados (en base a paja de arroz) y que además de sus propiedades aislantes y térmicas, poseen una gran resistencia al fuego y, como si fuera poco, absorben CO2!

+info: oryzatech.com

10.17.2013

Informe Mundial sobre la Riqueza 2013

 El 0,7% de la población mundial posee el 41% de la riqueza. El informe completísimo acá: 



10.14.2012

Envasados al vacío, por Sergio Sinay



Señor Sinay: Una vez escuché a una persona que hablaba de las orquídeas que exponían agricultores japoneses en Misiones: "Son tan hermosas que parecen de plástico". Esta frase me sonó mal. (Chuni Bonelli, Chajarí, Entre Ríos)
RE: 
El temor a enfrentar los riesgos de la vida y una sumisión ciega e irreflexiva a las novedades tecnológicas sólo por ser novedades, dio pie a un fenómeno silencioso e innegable: la suplantación de las experiencias reales por sucedáneos. A medida que nuestras vivencias se hacen más pobres y son reemplazadas por los sustitutos de la vida que ofrecen las pantallas de televisión, computadoras y otros juguetes tecnológicos, empezamos a creer que la realidad es una imitación de lo que aparece en aquellas pantallas. Se nos estimula a creer que es más verdadero lo que vemos en HD o en 3D que los paisajes transitados de cuerpo presente o las situaciones reales vividas en tiempo y forma. ¿Para qué vivir la vida con la incertidumbre, los conflictos, las frustraciones, el aprendizaje, la maduración o la autoevaluación que eso acarrea, si podemos cambiarlo por un perfecto simulacro que nos relevará de esfuerzos y riesgos, sin necesidad de abandonar nuestro sillón, de interactuar con los semejantes o de tomar decisiones, hacer elecciones y afrontar consecuencias?
Como en Un mundo feliz, la novela que Aldous Huxley imaginó en 1931, se nos propone ser zombis satisfechos, comprar vivencias artificiales y ajenas (envasadas al vacío, en este caso al vacío existencial) en lugar de afrontar experiencias propias e intransferibles. A cambio de eso se nos ofrece una ilusoria seguridad. La de pasar por la vida sin peligro, lejos de los misterios que la conforman. Contemplando flores artificiales, comiendo sustancias químicas con sabor de algo que en realidad nunca experimentaremos, viajando a lugares que nunca pisaremos, excitándonos con vivencias que jamás nos rozarán la piel. La opción es entre una vida ficticia o una vida real. Entre una flor verdadera (con todo el trabajo de cultivarla) o una artificial. Entre dejar una huella en la vida y ser marcados por ella o pasar como fantasmas. Cada quien elige sus flores.
LaNación 14/10/12

8.18.2012

Educación ProVida

Para ver, pensar, reflexionar y debatir...

5.26.2012

Gente ecológica (Orsai blog)

Duro, real, para pensar...


SOCIEDADCHARLAS CON MI HEMISFERIO DERECHO

Gente ecológica

▣ HERNAN CASCIARI, MARTES 19 DE AGOSTO, 2008

La publicidad muestra a un canario en una cocina. El pájaro va hasta la hornalla y es tragado por una campana extractora de la marca Balay, eficaz y silenciosa. Para que no haya problemas con las asociaciones que defienden los derechos del animal, unas letras pequeñitas advierten:ficción publicitaria, no sea cosa que alguien crea que han matado al pájaro en serio. Acaba la tanda y comienza el programa de Arguiñano. El cocinero mete un animal vivo en una olla. Lo vemos morir lentamente, sin letras pequeñas, sin culpa.
El hombre ecológico defiende al animal que grita y al animal que gesticula. Pero le importa muy poco el sufrimiento salvaje que no se oye o no se percibe. No hemos matado a este canario, dice la televisión, porque no es nuestra costumbre matar canarios. Pero hervimos vivo a los cangrejos, y también a los calamares, porque estamos habituados a hacerlo. Y porque además no chillan. Y porque su carne es rica.
Nos aterra el animal que se alborota cuando muere o cuando sufre. Sobre todo si su sabor no es un sabor exquisito. Un perro que muere, incluso en el cine, nos hace llorar. También el sacrificio del pura sangre que se ha quebrado una pata. Ah, cómo nos desgarra el alma la muerte del caballo, cuántas canciones folklóricas hemos compuesto sobre el tema. Y qué pocas canciones le hicimos a la palometa, al bagre, al pejerrey.
Si los peces de río gritaran como grita un chancho, menos gente le arrancaría de un tirón el anzuelo a las mojarras. Menos chicos pescarían, menos mujeres. Y existiría la chacarera de río:
Cómo pretenden que yo
que lo pesqué a cielo abierto
lo meta al horno cubierto
con salsa de roquefort...
Muy pocos hombres matan a los pollos, en el campo. Son las mujeres las que realizan, aunque parezca mentira, esta actividad de verdugo menor. Mi abuela Chola, en la quinta, tenía un método enérgico que impedía que el pollo condenado a muerte tuviese tiempo de gritar. La ausencia de grito le quitaba al acto todo remordimiento.
Cuando mi abuela Chola tomaba la decisión de cocinar un pollo, yo la seguía hasta el gallinero para presenciar la muerte silenciosa. A mis seis años, aquel era un momento crucial. La mujer primero acorralaba al pájaro hasta que conseguía agarrarlo por el pescuezo. Después, ya con el animal en el aire, le daba cuatro vueltas sobre su propio eje hasta que el cogote le sonaba como una matraca de carnaval. El ruido eratrac, trac, trac, muy rápido, y el pollo dejaba de moverse, con los ojos abiertos; volaban algunas plumas, pero no había gritos ni había cacareos. Nada indicaba, tampoco, que aquello fuese una ficción publicitaria.
También me acuerdo de Nilda. Era una mujer robusta, compacta, que trabajó en casa como mucama durante más de quince años. Tenía mucho temperamento y se había convertido en una ayuda imprescindible, en una gestora del hogar. Nilda vivía en una casa con fondo y gallinero, en Luján, y viajaba hasta Mercedes de madrugada: nunca llegó a casa más tarde de las ocho. Nos vestía, nos mandaba al colegio y empezaba a limpiar la casa con la convicción de una locomotora.
Un buen día encontró un perro lastimado y lo adoptó, pero el perro era rebelde y le mataba los pollos. Nilda lo subió a la camioneta y lo abandonó lejos. Pero el perro volvió. Lo subió otra vez y lo llevó más lejos. El perro volvía siempre, y siempre le mataba los pollos. Cansada de la persistencia del animal, una tarde Nilda lo ató a una correa, anudó la otra punta a la camioneta y aceleró. El perro aulló un rato largo hasta que murió ahorcado; lo enterró en el fondo.
Cuando contó la anécdota en casa, Chichita la despidió. No quiso que esa mujer siguiera trabajando en la familia, con mi hermana todavía chica.
—Nadie mata a un perro para salvar a un pollo —dijo mi madre, aterrada.
Así descubrí que había escalas de valores en la sensibilidad humana, a la hora de salvar o mandar al muere a los bichos de poco entendimiento. Perro vale más que pollo, lince ibérico cotiza mejor que ratón de alcantarilla.
Las asociaciones de defensa del animal reaccionan igual que mi madre: defienden al animal grandote (la ballena, el elefante, el gorila), defienden al amistoso (el perro, el gato siamés, el potrillo), al animal que es bello (el tigre de bengala, el oso polar) y sobre todo luchan por la defensa del animal blanco y negro (el pingüino, la orca, el oso panda). Los ecologistas están enamorados de los animales blancos y negros. Si los osos panda fueran verdes con pintitas amarillas les tendrían asco, los pisarían en la ruta. Pero en cambio viajan kilómetros para sacarle las manchas de petróleo a un pingüino, no sea cosa que les cambie el color.
Hay otros animales a los que no les dan tanta importancia: su muerte no les preocupa. Su sufrimiento, muchísimo menos. No sienten sensibilidad por los animales sin huesos (la mosca, la medusa, el bicho bolita), tampoco por los que son ricos después del fuego (la ternera, el chancho, el pollo), y mucho menos por los que no gritan cuando se están muriendo o los están matando (el pez, la cucaracha, la culebra).
Cuanto más culto el hombre, más sensible. Y cuanto más sensible, más estúpido y obcecado. En los últimos años, la población de hombres y mujeres preocupados por los derechos de los animales ha crecido bastante. Se conocen como gente ecológica. Son los que le tiran pintura roja a las señoras que van por la calle con abrigos de piel; y los que aplauden. Son los que protestan con su propia desnudez en los San Fermines, o en las corridas de toros; y los que lo festejan. Son los que viajan en avión a Oceanía para detener la caza del canguro, y quienes auspician estos viajes (el avión, durante el vuelo, pasa por encima de África, pero va tan alto que los negritos muertos de hambre no se ven).
La persona más cruel que conocí en la vida se llama Meana. Cruel con los animales, quiero decir. Una vez su hermana melliza había conseguido unos gatitos. Estaban recién nacidos y dormían en una canasta. Meana y otros chicos jugábamos en la vereda cuando la hermana vino a mostrarnos los cachorros; traía uno en la mano. Él se adelanto con los ojos tiernos:
—Ay, qué lindo —dijo—, dameló.
Agarró al cachorro minúsculo con la mano derecha y, sin transición, sin cambiar el gesto amoroso, lo estampó contra la pared de enfrente como si fuera una piedra llena de pelos. La hermana de Meana pegó un gritito seco mientras el gato, ya muerto, reventado, con las cuatro patas abiertas como una alfombra, se despegaba de la pared lentamente y comenzaba a caer despacio. Sangre y gatito, gatito y sangre: igual que cae de la pared al suelo un baldazo de pintura.
Los judíos y los musulmanes, siempre en guerra, tienen una manía que los une: sólo comen la carne de animales que han muerto sin corriente eléctrica y con ciertos rituales de desangrado. No se ponen de acuerdo en nada más que en ese asunto ecológico. El Corán y el Talmud comparten criterio únicamente en esa utopía de matadero feliz. Es muy interesante cómo estas dos razas humanas, que asesinan diariamente a chicos de nueve años que pertenecen al otro bando en la Franja de Gaza, se preocupen tanto por el dolor de la vaca, del conejo, del cordero.
—Nadie mata a un chico y salva de la picana a una vaca —diría mi madre, y despediría a las sirvientas judías y musulmanas de nuestra casa.
Pero a veces da la impresión de que todos los progres ecologistas son como Nilda, o como los que pelean en Palestina. Se desesperan por la salud y el bienestar de algunos seres vivos (delfines, elefantes, cóndores), mientras otros seres parecidos son pisoteados y olvidados (arañas pollito, etíopes de cuatro años, lombrices).
¿Qué tiene un tigre de bengala que no tenga una paloma? ¿Por qué el dolor de una perra nos destroza el corazón, y no el sufrimiento de la comadreja?
Una vez matamos una, y con esto acabo. Fue en el parque de Mercedes, y gracias a eso tengo uno de los mejores recuerdos visuales más intensos de mi vida (los otros son mujeres desnudas). Ocurrió una noche en que hacíamos un asado nocturno al aire libre. La comadreja parecía enferma y no corría demasiado. Parecía atontada y se dejó apedrear. Corrimos para verla morir.
Cuando llegamos hicimos una ronda curiosa y la alumbramos con encendedores. La vimos hinchada, con la boca abierta, agonizante. Estaba el Negro Sánchez, estaba Meana, también el Chiri. Había otro más que no me acuerdo. Uno de nosotros la levantó de la cola y la subió a la mesa de piedra. Ahora la veíamos mejor, boca arriba.
Le empezamos a poner brasas en la panza para que se quemara viva. Y entonces pasó algo increíble: la barriga se abrió y empezaron a salir fetos rosados; eran cinco, de un tamaño minúsculo pero convincente. Eran tan frágiles que, cuando les dábamos luz, podíamos ver los órganos internos, traslúcidos, azules y rosados, sin un solo pelo.
Las crías de comadreja caminaban por la mesada, arrastrándose entre los líquidos de la madre muerta. Parecían ciegas, se topaban entre ellas y abrían la boca para dar gritos invisibles. Nosotros también estábamos mudos: la imagen era increíble, repulsiva y al mismo tiempo milagrosa.
La ausencia capilar de los fetos los hacía parecer humanos. No habíamos visto jamás nada parecido. Eran bebés en miniatura rodeando a un dinosaurio con pelos. Era la vida emergiendo de la muerte.
Cada uno de nosotros tomó un feto vivo en la palma de la mano. El mío me hizo cosquillas, quería escapar. Lo pude ver de cerca, los ojitos como cabezas de alfiler, las pezuñas formadas, el principio de la cola. Los bautizamos a todos: el mío se llamó Ramón durante los pocos minutos que consiguió estar vivo, no me acuerdo el nombre de los otros.
Después de jugar con ellos un rato los llevamos a la parrilla. Los pusimos al lado de los chorizos, que ya estaban casi hechos, y vimos asarse a los cinco hermanos, soltar jugos, dejar de moverse. Ramón se murió segundo.
A Meana le pareció que estaban ricos, a los demás la carne de comadreja nos pareció nerviosa y con un sabor sin gracia. Los chorizos, en cambio, estaban buenísimos, y nunca nos preocupó cuánto había podido sufrir el chancho. En esa época no éramos gente ecológica.

5.11.2012

Pino Solanas en el Congreso, debate sobre YPF y los recursos estratégicos

Lo resumo en tres palabras que me vienen a la cabeza: concientización, perseverancia y coherencia

3.22.2012

Día Mundial del Agua - 22 de marzo


Qué podemos hacer?

El agua en casa

El agua cubre 75% de la superficie de la tierra y solamente el 3% es agua dulce. De ésta última, el 80 % se encuentra en forma de hielo, el 19% bajo la superficie terrestre y el 0,7 % se encuentra en la atmósfera. Por tanto, tan sólo el 0,3% restante del agua dulce corresponde al agua superficial que forma los arroyos, ríos y lagos.

El agua potable es un recurso escaso y preciado. El ahorro de agua produce ahorro de energía, pues el esfuerzo de potabilización y abastecimiento así como el trayecto del agua hacia tu casa mediante bombas eléctricas requieren de cantidades enormes de energía.

A continuación te daremos algunos tips para hacer un mejor uso del agua en tu casa, los cuales podes extender a tu escuela, tu trabajo, la casa de un amigo o adonde más te guste.

En el baño:
- Los grifos monocomando son más eficientes en el uso de agua que los grifos independientes para el agua caliente y el agua fría.
- Elegí tomar una ducha antes de un baño de inmersión. Con esto podrás lograr un ahorro de alrededor de 150 litros de agua en cada ocasión. Es más, podrás incrementar este ahorro si cortás la ducha durante el enjabonado e instalás difusores eficientes que reducen la cantidad de agua consumida. El empleo de grifos monocomando o termostático permite cortar la ducha durante el enjabonado y volver a abrirla sin necesidad de ajustar de nuevo la temperatura del agua. Se calcula que el agua utilizada en la ducha o el baño representa entre el 20% y 30 % del total de agua consumido en el hogar. A su vez, se estima que la ducha consume aproximadamente 50 a 100 litros de agua, el baño entre 150 y 250 litros.
- El agua utilizada en el lavabo puede representar alrededor del 17 % del agua total consumida en casa. Para lavarse los dientes o afeitarte, cerrá la canilla. Se estima que una canilla abierta consume aprox. 10 litros de agua por minuto.
- Si el grifo que gotea puede estar perdiendo alrededor de 30 litros de agua diarios, y si gotea seguido el número puede ascender a 700lt/día.
- No tires la cadena del inodoro innecesariamente. Utiliza entre 8 y 10 litros de agua por uso. Existe un inodoro que utiliza el agua del lavabo o ducha para tirar la cadena. Se llama “Ecoflush”.
- Utiliza difusores (aireadores) de agua para las canillas, por ejemplo: Aquaflex.

En la cocina:
- Para lavar a mano la vajilla, cerrá el grifo. También para lavar frutas, verduras y otros alimentos.
- Descongelá los alimentos dejándolos en la heladera durante unas horas en vez que hacerlo bajo el chorro del grifo.
- Espera que el lavaplatos o el lavarropas estén llenos antes de usarlos. Se estima que un lavaplatos utiliza unos 40 litros por uso y el lavarropas unos 100 lt por uso.

En el jardín o la terraza:

- Elije plantas autóctonas, que requieren menos agua.
- Regá al amanecer o al atardecer, ya que si regás a pleno sol del mediodía se evapora aproximadamente 30% del agua.




Fuente:sustentator

3.21.2012

3.20.2012

Lautaro Te Necesita

Hola! hoy por la mañana mientras trabajaba me llegó un email de un compañero de trabajo, su hijita es compañerita de banco de Lautaro, un niño de 10 años que hoy nos necesita y podemos intentar sumar nuestro granito de arena. La historia me movilizó mucho. Me encantaría que te tomes unos minutos e ingreses a y te sumes, juntos podemos.

Juan Carr y toda la RedSolidaria están en movimiento! GRACIAS!!!

3.09.2012

Sabías qué...? Día mundial del SOBREGIRO

El 27 de septiembre pasado, rompimos un nuevo récord: comenzamos a sobregirar debido al excesivo (ab)uso de nuestros recursos y a estilos de vida totalmente ajenos a la naturaleza. Es decir, nos pasamos del presupuesto y el sobreconsumo hizo que superemos la capacidad de la tierra de regenerarse y darnos lo necesario como para abastecer la demanda de una superpoblación (más de 7 mil millones de personas) que no sólo no para de crecer, sino que lo hace sin conciencia ni sostenibilidad.


+INFO