10.14.2012

Envasados al vacío, por Sergio Sinay



Señor Sinay: Una vez escuché a una persona que hablaba de las orquídeas que exponían agricultores japoneses en Misiones: "Son tan hermosas que parecen de plástico". Esta frase me sonó mal. (Chuni Bonelli, Chajarí, Entre Ríos)
RE: 
El temor a enfrentar los riesgos de la vida y una sumisión ciega e irreflexiva a las novedades tecnológicas sólo por ser novedades, dio pie a un fenómeno silencioso e innegable: la suplantación de las experiencias reales por sucedáneos. A medida que nuestras vivencias se hacen más pobres y son reemplazadas por los sustitutos de la vida que ofrecen las pantallas de televisión, computadoras y otros juguetes tecnológicos, empezamos a creer que la realidad es una imitación de lo que aparece en aquellas pantallas. Se nos estimula a creer que es más verdadero lo que vemos en HD o en 3D que los paisajes transitados de cuerpo presente o las situaciones reales vividas en tiempo y forma. ¿Para qué vivir la vida con la incertidumbre, los conflictos, las frustraciones, el aprendizaje, la maduración o la autoevaluación que eso acarrea, si podemos cambiarlo por un perfecto simulacro que nos relevará de esfuerzos y riesgos, sin necesidad de abandonar nuestro sillón, de interactuar con los semejantes o de tomar decisiones, hacer elecciones y afrontar consecuencias?
Como en Un mundo feliz, la novela que Aldous Huxley imaginó en 1931, se nos propone ser zombis satisfechos, comprar vivencias artificiales y ajenas (envasadas al vacío, en este caso al vacío existencial) en lugar de afrontar experiencias propias e intransferibles. A cambio de eso se nos ofrece una ilusoria seguridad. La de pasar por la vida sin peligro, lejos de los misterios que la conforman. Contemplando flores artificiales, comiendo sustancias químicas con sabor de algo que en realidad nunca experimentaremos, viajando a lugares que nunca pisaremos, excitándonos con vivencias que jamás nos rozarán la piel. La opción es entre una vida ficticia o una vida real. Entre una flor verdadera (con todo el trabajo de cultivarla) o una artificial. Entre dejar una huella en la vida y ser marcados por ella o pasar como fantasmas. Cada quien elige sus flores.
LaNación 14/10/12