Pasaron 3 semanas de conflicto, las familias y entidades del campo suspendieron el paro por 30 días, comenzando un período de tregua que se aventura como punto de partida para la solución actual de este conflicto que mantuvo en vilo al país durante 21 días.
En medio del conflicto llegó a mí una frase interesante que quería compartir: "En la sociedad, el hombre sensato es el primero que cede siempre. Por eso, los más sabios son dirigidos por los más necios y extravagantes"-Jean de la Bruyere, 1645-1696, escritor francés-.
Me pregunto, ¿qué nos dejó este conflicto? Quiero creer que el conflicto, la crisis, supone un cambio, generalmente constructivo y positivo, permite resurgir renovado. Un filósofo español dijo alguna vez que en la vida hay que morir varias veces para después renacer. Y que las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra. Amén.
Me mantuve atento a todo lo que iba sucediendo, me comprometí mucho con el tema y me informé como pocas veces, casi al punto de la saturación. Debo reconocer que con los años, después de varias idas y venidas, aprendí a querer a mí país.
Al pasar de los días transitaron por mí varios sentimientos como la preocupación, la indignación, la bronca, la ignorancia ante algunos temas, el posterior aprendizaje, la impotencia, la esperanza, la desilusión, la ansiedad, el compromiso, la necesidad de expresarme y debatir, el miedo y las ganas de sumar -entre tantos otros sentimientos-.
Pude confirmar que la soberbia, la arrogancia y la prepotencia no nos conducen hacia ningún lado, en vez de unirnos nos distancia; y que el afán y abuso de poder no son buenos aliados de los gobiernos y se sufren más en democracia.
Fueron días agitados, muchos de nuestros intelectuales y referentes -analistas, periodistas, sociólogos, politicólogos, economistas, filósofos- se comprometieron y se animaron a opinar, a compartir su visión del conflicto, a explicarnos cómo son las cosas, cada uno desde su lugar y sumando al interés general. Me quedo con éstos -más allá de las discrepancias alguno de ellos- y no con quienes se mantuvieron callados, como ajenos al conflicto; no se animaron a opinar y, si lo hicieron, fueron portavoces de intereses ajenos, faltos de autoridad moral y convicción personal. Una realidad muy triste, penosa.
En fin, hubo una vasta actividad intelectual y debate. Personalmente, me parece de lo más positivo; considero que sumó y espero que sea un ejercicio que practiquemos más a menudo.
Veremos qué nos depara el futuro. Quiero creer que este conflicto que vivimos nos enseñó que sin visión a mediano y largo plazo, sin planificación y sin un rumbo, sin un modelo claro de país y objetivos compartidos, sin transparencia, enfoque y sinergia, no vamos hacia ningún lado. La realidad nos demostró que hay un camino que no debemos transitar porque seguiremos peleándonos ciegamente entre nosotros, dividiéndonos e involucionando; pero también nos dejó vislumbrar que estamos ante una nueva y especial oportunidad para crecer y salir adelante juntos. Espero que así sea.
Pueden decir que soy un soñador, pero creo no ser el único.
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