El Grito Argentino estaba organizando una marcha que partiría el 12 de octubre desde La Quiaca a Buenos Aires. ¿Por qué elegimos marchar contra el hambre en una fecha como esta? Por que el hambre no espera, Madres, chicos desnutridos, no esperan, se mueren ya. Si no nos ocupamos, nos hacemos cómplices de lo que está ocurriendo.
La idea de la marcha nació en el NOA, desde los que sufren y padecen hambre, pero igual continúan luchando por condiciones dignas de vida, junto al Padre Jesús Olmedo y toda la Prelatura de Humahuaca. Cansados de ser ignorados, de no tener trabajo, muchos de ellos hasta carecen de identidad, son indocumentados, pero igual siguen siendo seres humanos.
No era intención salir a pasear y mostrar miserias en el bazar de las vanidades; tampoco venían a clamar caridad a las autoridades institucionales. Tan solo venían para ayudarnos a reflexionar, a que nos diéramos cuenta que en una familia no se puede ser enteramente feliz si algunos de sus miembros están sufriendo. Y hoy, pasan hambre muchos Argentinos en todo el país.
¿Es nuestra sociedad conciente de que millones de argentinos están a la intemperie social y padecen mucha hambre?
¿Nos damos cuenta que el hambre de los excluidos del sistema, no es porque olvidaron tomar la merienda y llegarán a la hora de la cena con un gran vacío en el estómago, que no es el hambre de un día?
¿Pensamos que el hambre crónico se termina transformando en desnutrición y más tarde en muerte?
¿Los argentinos hemos perdido una de nuestras mejores condiciones, la solidaridad con nuestros hermanos?
No lo creo. Pero sí creo que, los que comemos, estamos distraídos por alcanzar triunfos individuales, legítimos quizás, pero que no deben ocultarnos los verdaderos valores y objetivos de la vida.
¿De qué sirve vivir confortablemente si para salir de nuestra casa nos vemos obligados a tropezar con pobres y hambrientos?. ¿Hasta cuándo podemos ignorar la realidad que golpea nuestra conciencia?
En otras oportunidades históricas no hemos estado atentos ante la realidad, “total yo no me meto y no tengo nada que ver”, pensábamos. Cuando nos cayó encima, ya era tarde. Entonces recurrimos a diversos justificativos comunes, tomados del decálogo del buen ciudadano. Pero seamos sinceros: no alcanza. Puede que los argentinos estemos cansados de ver pobres en las ciudades, pero mucho más cansados están los pobres de serlo.
Desde nuestra organización Grito de los Excluidos, nacida hace una década de la Pastoral de los Migrantes, en Brasil, y extendida por toda América, junto con otras organizaciones, pretendíamos con esta marcha llegar desde el límite con Bolivia al norte, hasta la capital de todos los Argentinos. Caminaríamos hasta la capital jujeña, para luego alcanzar la vidriera de la República en micros. Extrañamente las promesas de ayuda nunca se concretaron. El transporte y la comida para los días de marcha no están. Los colegios que alimentarían a los caminantes, dicen que ya no les alcanza ni para darle de comer a sus alumnos.
La marcha, ante tantos inconvenientes debió ser reorganizada. Ahora partirá caminando el 17 de octubre, desde La Quiaca hasta Abra Pampa, a donde se llegará dos días más tarde. Luego del traslado por sus propios medios, como se pueda, sin depender de nadie, hasta San Salvador de Jujuy, varios miles de personas marcharán por calles y avenidas de esa ciudad, para concluir en un acto, donde reclamarán a las autoridades, en defensa de sus derechos, junto a los sacerdotes que como siempre están con los que sufren.
El hambre es un problema estructural en la Argentina actual. Es responsabilidad de las autoridades encontrar los caminos para solucionarlo, como lo será de los futuros gobiernos, si quienes ocupan las funciones públicas no saben, no pueden o no quieren terminar con el hambre. Pero también lo fue de los gobiernos anteriores sin distinción ideológica ni de origen. En las últimas décadas, tanto en dictaduras como en democracia, el hambre creció en nuestra patria, a pesar de producir alimentos que permitirían alimentar diez veces a nuestra población. Sin embargo parece que preferimos hacerlo con los cerdos y las aves de Asia y Europa, antes que con los hombres y mujeres de nuestra tierra.
Las instituciones públicas y privadas reaccionarán y ejecutarán políticas activas para erradicar esta pandemia, cuando la SOCIEDAD TODA se dé cuenta que el HAMBRE DUELE, DESTRUYE y MATA, y que de ese genocidio somos todos responsables. Aún admitiendo que el actual fuera el mejor gobierno en décadas, como muchos pueden sostener, ante el drama del hambre esto no alcanza.
Esos pobres con hambre que según parece, a muchos hubiera incomodado verlos por Buenos Aires, no venían a cortar calles, venían para abrirnos los ojos y salvarnos de ser corresponsables de un lento genocidio. Antes de volver pensaban participar de una Celebración en La Catedral Metropolitana, para pedirle a Dios que la sociedad los escuche. A lo mejor, esto también a algunos les resultó molestó.
Argentina, Octubre del 2008.
Dr. Carlos Juliá
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